Plaza de Ramacles

La plaza des Ramacles toma su nombre de una historia que se remonta a la Edad Media y llega hasta el siglo XIX, desde la época de los señoríos hasta el apogeo de la viticultura.

En el pasado, Aubière estaba dividida en dos señoríos, uno perteneciente a los condes de Auvernia y el otro al obispo. El recinto del fuerte del pueblo, identificado en el catastro, englobaba el castillo y la iglesia. Sus restos son aún visibles: al final de la calle Voltaire (puerta de Ramacles), plaza des Ramacles (fosos), plaza du Roudet (muralla), y un pasadizo muy curioso conocido como la «boca de hombre» que se une a la calle Voltaire por el callejón Beauvert.

Propiedad del señor feudal, las Ramacles eran una vasta explanada húmeda plantada de sauces, alisos y álamos, entre las murallas y el río Artière. Una vez al año, el barón de Aubière autorizaba a sus habitantes a «remaille», es decir, a segar todas las ramas de sauce o aliso. «Remaille» dio lugar a remacle(s) y luego a ramacles, de ahí la plaza des Ramacles.

Las casas, construidas contra las murallas del lado norte de la plaza des Ramacles, no tenían acceso a la plaza. A principios del siglo XIX, para acceder más directamente a sus cubas y bodegas, los viticultores abrieron sus casas del lado sur construyendo varios puentes escalonados. Éstos se construyeron sin autorización municipal, sobre el cauce del arroyo que discurría junto a las murallas y se utilizaba como lavadero. Mediante un procedimiento judicial, los propietarios obtuvieron en 1819 el derecho a mantener estos puentes, «con la condición de que las piedras de los lavaderos se conserven para el uso público y que su utilización se permita y facilite en todo momento mediante accesos convenientes». Más tarde, se les dio el nombre de «ramaclés». Hoy sólo quedan cuatro ramaclés.

Hay una fuente conmemorativa: la Fuente de la Amistad (1969), en recuerdo de la estancia de los americanos del 55º regimiento de artillería en la ciudad en 1918 (escultores: Fernand Auteroche y René Fontanel).